lunes, mayo 29, 2006

Yo tampoco quería saberlo...

-¡No quería saberlo! ¡No tenía por qué saberlo!

Le bastó esa frase para dar por concluida la discusión, acompañándola de un fuerte portazo que le dejó a él con la palabra en la boca. Todos en la habitación quedaron perplejos y absortos ante la explosión de ira que se había producido. Pocos podían comprender lo que en esos momentos circulaba por su cabeza.

Comenzó entonces un viaje sin rumbo, entre devaneos propios de una situación que no alcanzaba a comprender, que no lograba borrar de sus circuitos neuronales. Demasiada pena le causaba todo lo que estaba sucediendo como para tener que recrearse en aquellas noticias.

Era difícil, o así al menos pensaba ella, pero no imposible. En ese sentimiento optimista se basaba cuando los oscuros pensamientos la invadían y trataban de convencerla de que nada merecía la pena, de que sus esfuerzos serían vanos.

Estornudó.

Aquello hizo que sus compañeros, situados ya a varios miles de kilómetros de ella, rompiesen aquel silencio ensordecedor modificando sus visajes de forma atónita.

Aquel estornudo fue el primer aviso del pésimo estado de salud de su alma. Entre aquellas briznas de aire que enrarecidas corrían hacia el exterior de su cuerpo, como lo haría un niño a la salida de un día de colegio, se disolvían como aceite en agua, forzadamente, leves pedazos de ilusión.

Ya lo sabía.

Aquello que había querido evitar le iba a golpear ahora durante esos cuatro días. Y ellos seguían preguntándose por qué estaba triste. “El dolor sólo se compensa con un sueño”. Aquella frase que fluyó como por casualidad de sus labios en aquella extraña conversación y que todos habían pasado por alto, fue la clave que todos obviaron y siguieron pensando que aquello no era más que un juego propio de su edad adolescente.

Ese juego que al mundo le había dado por llamar amor.




Hoy me he arrancado, pero en vez de por bulerías, como hubiera sido lo propio, lo he hecho con una prosa.

P.d: Hablando sobre otro tema, algun día el cielo caerá sobre nuestras cabezas y, al igual que nuestros héroes galos, nosotros también tendremos que huir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy potito, de verdad
ves..ahora si..