Como diría la canción de los Beatles... ya estoy de vuelta... No en USSR, pero sí en la ciudad que me ve crecer o decrecer... nunca se sabe... así que espero volver a retomar el ritmo de temporada tanto en mi vida como en el blog, como en todas las "tonteridas varias" en las que dedico mi tiempo libre y ocupado.
Este fin de semana ha sido de contrastes. El viernes por la tarde me encontraba en pleno estado de sitio rural, por la noche hice un amago de salir de fiesta y al día siguiente, como por arte de magia, me encontraba en medio de una ciudad de seis millones de habitantes. Pasé de una densidad de población de 2 habitantes/km2 escasos a 5106 habitantes/km2... El movimiento de boina, como siempre que voy a Madrid, se produjo evidentemente...
El concierto de César Rodríguez, sencillamente encomiable... en un bar acogedor, con un ambiente ideal, un sentido del humor que nos hizo reir más de una vez... No sé... supongo que le he quitado de encima esa aureola de tristeza que me generaban muchas de sus canciones... No se me malinterprete... esa sensación es igual o más digna que las de alegría porque quizá te hace pensar más...
El viaje de vuelta... en fin... como me dijeron nada más llegar a casa... "Deja de viajar, porque dejas a España sin medios de transporte" En menos de un mes puedo contar una espera de 4 horas en el aeropuerto de Tenerife, una escalera mecánica de Chamartín que decide romperse y engullir mi pie, un metro de la línea 10 que decide detenerse en mitad del túnel recién pasada la parada de Santiago Bernabéu, y un TRD Madrid-Salamanca que decide toparse con un fuego en la sierra madrileña dejándome en mi pequeña y alejada ciudad con tres horas y media de retraso (y en autobús) y tras aguantar el horrible tono de voz de una buena mujer que se erigió como guía de un pobre hombre gaditano que ya había visitado Salamanca hacía unos cuantos años y que ya recordaba al milímetro cada uno de los rincones de la ciudad sin necesidad de ninguna ayuda...
No quiero finalizar esta entrada sin recordaros, como esta buena mujer nos recordó ayer a todo el autobús... que el cochinillo de Peñaranda es digno de toda loa y alabanza... y que todos hemos de probar...
Por cierto... la boda me encantó... Como ya dije... me gustan las bodas... Y mientras, España campeona del mundo...
La foto, una azafata de la BOAC, al más puro estilo sixties...
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