viernes, agosto 13, 2010

Déjame invitarte a un lugar donde el tiempo no corre, sino que se mantiene siempre en el horizonte...




Entré... Me senté... dispuesto a escucharle...

Una vez más, su rostro, siempre cambiante según su ánimo, reflejo perfecto de sus pensamientos, sus gestos, su mirada, sus múltiples sonrisas me generaban tranquilidad, me ayudaban a evadirme, a volar sobre un día soleado...

"Te pido que me permitas que te vuelva a abrir mi mente por unos instantes...

Revisando viejas fotografías sólo puedes llegar a una conclusión: amar lo vivido y odiar, qué digo odiar, detestar lo olvidado... Y como no podía ser menos, eso es lo que siento y lo que pienso viendo las imágenes de mi vida...

Amo todo lo que he vivido, todo aquello por lo que he soñado, lo que he añorado y he conseguido, las ilusiones convertidas en hechos, y las que aún son sueños esperando despertar en realidades semejantes...

Amo cada día en el que me he sentido feliz, pero también amo los días en los que he sentido tristeza racional y sentimental... porque en ellos he aprendido la importancia de las cosas. Algo que te entristece es también algo querido... Aquello por lo que sonríes y lloras es una razón de vida... Son sueños vestidos con palabras...

Anhelos, deseos, quimeras tal vez, que logran cada día llevarme a un lugar donde el tiempo no corre, sino que empieza siempre donde cicatrizan las montañas, donde la vista no alcanza más, allí donde las ilusiones afloran y nunca se extinguen, donde la realidad se oculta en un segundo plano, donde es posible incluso componer sueños y divisar rayos verdes... donde lo irreal es real y lo real no se entiende, no tiene sentido, simplemente se cree...

En definitiva...

... mi lugar...

... al que cada día te invito..."


El silencio entró de lleno en la sala...

Fue entonces cuando me levanté, le miré a los ojos, susurré en sus pupilas una mirada de ternura, mientras volvía a cerrar mi corazón ante una posible avalancha de flechas...

Marqué de nuevo mi calendario y te cité...

... un año después, en el mismo sitio, bien conocido por ambos, a una hora indeterminada, y quizá, con distinto contexto...

No obstante, el tiempo, en esta realidad que ambos vivimos, sí corre, quizá cambia (sin fin, sin punto)


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