Hoy, haciendo un aburrido zapping en la tele, me topé con Tom y Jerry... He de reconocerlo.. Me quedé viéndolo un rato.. Como si fuera un niño pequeño, incluso a veces esbozaba una sonrisa tonta...
En el fondo, ya desde que éramos pequeños nos enseñaron que en esta estúpida vida nos encontraremos muchas veces en el dilema de la persecución eterna de objetivos... el Coyote y el Correcaminos, Tom y Jerry, el pobre Pierre Nodoyuna que nunca ganaba la carrera, Silvestre y Piolín, Elmer Gruñón y Bugs Bunny, Pinky y Cerebro y sus continuos fracasos por conquistar el mundo... ¿Sigo?
Hace ya mucho tiempo que mis objetivos los situé en una meta muy lejana, tanto los profesionales como los personales... Resulta más divertido luchar por algo que no se ve cercano... Divertido y tentador... Así, si se consigue, seguramente se disfrute más, y los fracasos discretizados que esta vida te regala, no entristecen tanto... Incluso uno aprende a valorar sus propios esfuerzos y a apreciarse... y a verse uno mismo como parte del éxito...
Y es que, y por poner un ejemplo, la meta de los Campos Elíseos en París siempre está ahí... lejana y deseada para cualquier ciclista que comienza el Tour... Pero tres semanas después, el propio ciclista se da cuenta de que él también es importante y que sin él, esa meta nunca hubiese existido y sólo hubiera sido (como bien dijo Mikel Erentxun) Una Calle de París...
Y mientras, tres días con un tremendo dolor de cabeza y hoy, a mi maltrecho tobillo le han caído otros 3 km de carrera continua... Empieza a responderme... pero poco a poco...
Por lo demás, no sé dónde he leído algo sobre esta canción hace unos días y me hizo gracia recordarla... La letra no tiene desperdicio...
El Niño Gusano - Vicente del Bosque