viernes, marzo 13, 2009

Wings...


De casualidad leí hace unos días un reportaje de Francesca Woodman, una de esas artistas de culto, en este caso en el campo de la fotografía, debido a su muerte joven y al descubrimiento de su obra años después.

La fotografía tiene algo que me llama y me atrae. Para mí, la pintura capta la esencia de una situación y, sin embargo, la fotografía logra captar la esencia de un momento. Tampoco sabría explicar muy bien la diferencia entre los dos artes, aunque en mi cabeza la línea diferenciadora es muy clara. La segunda es, cómo llamarlo... más temporal y menos detallista que la primera. Quizá el hecho de pensar en la rapidez de un disparo de cámara le da ese toque de improvisación (por mucho que la foto esté preparada con anterioridad) y, por el contrario, la lentitud de la creación de un cuadro, dé (inconscientemente seguramente) la sensación de detenimiento y detalle de una pintura.

El caso es que las fotografías de esta artista que no sobrevivió a la dureza de la adolescencia (se suicidó a los 23 años) han logrado trasladarme a un mundo alejado de la realidad.

El surrealismo es un movimiento que me atrae muchísimo, en cualquiera de sus vertientes: musicales, literarias, pictóricas... Y el encuentro con una fotografía surrealista y, en cierto modo, decadente, me ha hecho observarla con detenimiento. Esa importancia del cuerpo humano (normalmente de mujer, incluso en ocasiones ella misma, según he leído), incluida en un mundo apenas reconocible... creo que indica el tormento que quería expresar en su obra y que quizá nadie nunca entendió... hasta una vez comprendida una muerte como la suya...

En definitiva, un paseo por la multitud de galerías de fotos de Woodman que nos ofrece internet, acompañado de buenas canciones de fondo, ha sido agradable... Al menos a mí siempre me resulta agradable disfrutar de obras que, por lo menos, te hacen pensar... que el hecho de pensar muchas veces te hace sentir vivo.

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