viernes, abril 13, 2007
De como ella despierta cada mañana en un mar de sonidos...
Llevo ya unos cuantos días en los que mis madrugones son un tanto alborotadores... Tener un solar vacío enfrente de tu casa es un riesgo que hay que valorar a la hora de comprar esa vivienda... Antes o después, ese solar pasará a ser un precioso edificio, un gran proyecto del arquitecto de turno, un inmueble de viviendas unifamiliares o, incluso, una gran obra maestra que, con el paso de los años, pueda convertirse en edificio histórico...
Sea lo que sea, esa construcción lleva implícita... una obra. Una buena mañana descubres, al salir al balcón en pijama y todavía con legañas en los ojos, que una legión de pequeños hombres ataviados con monos azules se reunen entorno al solar y en la lejanía de la calle observas un gran camión de color naranja (¿por qué todos los camiones de obras son del mismo color?) cuya cabecera, "Excavaciones Joaquín", te hace temer lo peor... Como si de una enfermedad degenerativa se tratase, los iniciales pequeños ruidos se van convirtiendo, día a día, en majestuosos y señoriales estruendos, agudísimos golpeos de metal contra metal, gritos secos de los hombres de mono azul, que desde la distancia de mi balcón, parecen pequeñas figuras que se mueven de forma desordenada...
Así, comienzas a acostumbrarte a ese toque de diana que se produce a las 8:30 de cada mañana cuando, puntuales a su cita, los hombres de mono azul, hacen su aparición y comienzan su puesta en escena... Aquel día en que vislumbraste por primera vez aquel camión que, incluso te pareció simpático, marcó el fin de los días perezosos, de las siestas, de los momentos de relajación tras la hora de comer y apareció el amado silencio de coches y claxons de las 8 de la tarde, momento en el que la retroexcavadora duerme sin que nadie la moleste...
Eso sí... he de decir en mi contra, que simulando a cualquier jubilado aburrido, soy el primero que en momentos de aburrimientos ineludible, salgo al balcón y observo los progresos...
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1 comentario:
Ella te despierta sin falta cada día, a las ocho y media de la mañana: puntual, fiel a su cita...como si de de una amante se tratase. Y lo hace con ruidos toscos, de voz seca y dolorida, de renqueantes sílabas monótonas.
Y sí, es una putada interrumpir un dulce sueño por culpa de una silueta anaranjada que se eleva orgullosa al otro lado de la calle.
Pero encuéntrale el lado bueno: Los amaneceres de domingo son siempre dulces.
Me ha encantado pasearme por tu blog; muchas de tus recomendaciones musicales son un lujo ;) Y tus acordes de guitarra aún mejores!
Saludos de una novata en estos lares!
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